José Eduardo Mendes Camargo


Gitana



Tímida llegaste, descalza, andar lascivo cantaste y tocaste mi alma bailaste y provocaste mi deseo simulaste, insinuaste y disimulaste de súbito, miraste al fondo de mis ojos y me dejaste desnudo. Y nuestras células en rebeldía bailaron de placer y suspiraste y sumergiste y te abandonaste en la alegría de hacerte mujer deseada. De súbito, desapareciste. Hasta hoy permaneces en la belleza y sensualidad de todas las mujeres.


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