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Jorge
Valdés Díaz-Vélez (Torreón, México, 1955).
Es autor de los libros de poesía: Voz temporal (Ed.
FCBC,1985), Aguas territoriales (Universidad Autónoma
Metropolitana, 1989), Cuerpo Cierto (El tucán de
Virginia, 1995), La puerta giratoria (Joaquín Mortíz-Planeta,1998)
y Jardines sumergidos (Colibrí, 2003). En 1998 obtuvo el
Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.
Poemas suyos integran, entre otras, las siguientes antologías:
Poemas eróticos hispanoamericanos (Ed. Surcos,
Argentina,1992), Ruido de sueños / Noise of Dreams, Panorama
de la nueva poesía mexicana: La generación 1940 / 1960 (El
tucán de Virginia, México, 1995), La poesía y el mar (Ed.
Visor, España, 1999), Poesía en segundos (Cal y Arena,
México, 2000) y Cien años de sonetos en español (Hiperión,
España, 2001). Los cinco sonetos aquí presentados forman parte
de los libros La puerta giratoria y Jardines
sumergidos.
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1. ¿Cuáles son tus afinidades
estéticas con otros poetas hispanoamericanos?
La poesía
del Siglo XX hispanoamericano me ha representado un rico horizonte
de voces y matices múltiples.
Ramón López Velarde, César Vallejo, José Gorostiza,
Xavier Villaurrutia, Jorge Luis Borges,
Pablo Neruda, Octavio Paz, Jaime Sabines, Rubén Bonifaz Nuño,
José Hierro, Eliseo Diego, Álvaro Mutis, Vinicius de Moraes, José
Emilio Pacheco, Gabriel Zaid, Hugo Gutiérrez Vega y Eugenio
Montejo son referentes de la pluralidad estética que ha nutrido
mi desarrollo intelectual y sensible. Las afinidades más próximas
están inscritas en la complicidad generacional y en la búsqueda
compartida de claridad, rigor y concreción en la expresión poética.
Entre ellas identifico las de Marco Antonio Campos, Luis Alberto
de Cuenca, Francisco Hernández, Vicente Quirarte, Julio Martínez
Mesanza, Fabio Morábito, Jon Juaristi, Víctor Manuel Mendiola,
Amalia Bautista, Antonio Deltoro y Carlos Marzal.
2. ¿Cuáles son las contribuciones
esenciales que existen en la poesía que se hace en tu país que deberían tener
repercusión o reconocimiento internacional?
México
ha contribuido al discurso poético hispanoamericano con obras de
autores ampliamente divulgados y de notable presencia
internacional, como Paz y Sabines, y con la de numerosos poetas
que aún son poco conocidos fuera del país. A excepción de los
ámbitos académicos, se ha promovido escasamente al Grupo
Contemporáneos, o la obra de autores imprescindibles como Ramón
López Velarde.
3. ¿Qué impide una
existencia de relaciones más estrechas entre los diversos países que conforman
Hispanoamérica?
La
respuesta rebasaría el espacio de estas líneas y tiene
ingredientes históricos, económicos y políticos que hoy en día
involucran tanto a los modelos educativos de nuestros países como a
los monopolios de la industria editorial. En el ámbito literario es
esperanzador que el desconocimiento recíproco de las generaciones
emergentes de escritores de Ibero América se amortigüe, en parte,
con el uso de la comunicación cibernética.
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poemas
EL
DESASTRE
El
ángel de pasión dejó tu casa
con
un desorden tal que no sabías
por dónde comenzar: copas vacías,
ceniza por doquier. Y su amenaza
rotunda
de carmín: “En la terraza
te aguardo. Un beso. Adiós”. Tú conocías
la forma de cumplir sus profecías.
Temblaste al recordar: “Todo lo arrasa
un
ángel si al partir te sobrevuela”.
te diste apresurado a la tarea
de hacerla remontar por tu memoria,
sus manos en tu piel, su duermevela.
Pensaste:
“Si es amor, pues que así sea”
y fuiste a abrir la puerta giratoria.
LA
OTRA ROSA
Ella
besó en la rosa
(su
nombre fue una espina
brutal y femenina)
la imagen de otra rosa
grabada
en una losa
de mármol, cristalina.
La luz era más fina
y al tacto, tan hermosa
como
la flor que ardía
sin pausa en su memoria.
En otro mediodía,
la
rosa era ilusoria
promesa compartida;
y el beso, la otra vida.
LA
INVITADA
Tienes
que detenerla
--dijo. Su voz temblaba
con pasión. Me gustaba
aquel temblor; el verla
actuar
así, tenerla
cerca mientras mudaba
su gesto, confortaba.
Tienes que detenerla
--insistió.
Ya es muy tarde,
no lo puedo evitar
--le respondí--, no hay nada
que
hacer. En un alarde
teatral, fingió llorar
aunque reía, helada.
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