.

Revista de Cultura nº especial II
.
Fortaleza/ São Paulo, setembro de 2000
.


JOSÉ LEZAMA LIMA: EN FRAGMENTOS A SU ÍMAN
Ricardo Alberto Pérez
aglezama1.JPG (9521 bytes)Esta es una lectura de Lezama, hipertélica y zurda. La vida de las poéticas transcurren en una actitud de presente, sólo que este presente es cíclico, y emerge, o desaparece en dependencia de la propia historia del Hombre.

Leer nuevamente a Lezama no escapa de ser un gesto signado por esta dialéctica dentro de la cual las poéticas fluyen, y se aposentan.

Lezama es una superficie con legitimidad planetaria; como todo planeta es acompañado de una costra, o escama que dificulta el encuentro con la verdadera sustancia de su centro. En especial su poesía cuenta con una coraza metálica; entre esa coraza y el centro, estan los entrepisos que configuran anillos barrocos. Es una sustancia extraída de la sobreabundancia, cópula entre el concepto y la imagen.

Escribir sobre Lezama no representa para mí la pretensión de aclarar sus intenciones como poeta, sino un punto de referencia para aclarar las mías; por eso motivo estas reflexiones estaran siempre quebradas por rompimientos abruptos.

Entre los pocos contemporaneos de Lezama a disposición de mi generación literaria, uno de ellos nos contó una tarde de mesa redonda en la biblioteca nacional:

"Lezama, raras veces era sorprendido por la tristeza, cuando sus ojos se humedecían, todos comprendíamos que iba a comenzar a hablar de José Martí". Es posible que el Barroco Lezamiano sea de algún modo una expansión epistémica de la profundeza intelectual de Martí, y sobre todo un reaplanteamiento lúdico de la densidad martiana a partir de las exigencias de un relato meta-moderno; en el poema Desembarco al mediodia, de Fragmentos a su iman, encontramos estos versos:

Esta es la noche octosilábica
con sílabas que avanzan
hacia la pulpa de una fruta.
En cuartetos y pareados
se verifica la horrible bifurcación
de la noche, escogiendo entre dos ríos.

Las sílabas se alzan en dos patas,
como los caballos ante las letras
aljamiadas del relámpago.

Martí muere entre los dos ríos que retornan a Lezama, sobre un caballo, tratando de avanzar hacia una fruta abstracta, que en su imaginario era representada como la patria; de ahí proviene la visión de que la obra de Lezama representa el diseño consciente de un trecho de fundación.

Escritura que origina pliegues sobre pliegues, para una dilatación del lenguaje que en su legitimidad de cápsula encierra dentro de sí el signo que dejó rotulado para el futuro de nuestra escritura, todo un espacio de experimentación.

Lectura zurda, intento de comprender a Lezama a partir de su ultimo libro de poemas (Fragmentos a su iman), publicado en mil novecientos setenta y seis; es un libro al cual me acerco en momentos que experimento visitaciones de la muerte, sus poemas disuelven esa angustia como oraciones del sentido, la escritura que los componen, anuncia rupturas y preserva una relación esencial con el cuerpo del sistema lezamiano; el propio poeta se refiere a la relación de los conjuntos con el centro:

Todas las escamas van hacia la escama.

Este libro es otra pieza que sutura la idea , de que Lezama es una especie de límite en nuestra capacidad de producir ficciones. El era lento y asmático, obsecionado por los dulces de chocolate, y el quimbombo con cerdo; más sus mentes (poética y prosaica) fueron en extremo veloces. Es en esas velocidades ontológicas que transcurren los poemas-batallas; el ejercito del remolino ante el ejercito del sosiego. Ellos muestran una cosmogonía que ofrece a esta escritura legitimidad en los significados, los elementos se organizan desde el próprio caos de su irrupción espontanea:

La noche era un reloj no para el tiempo
sino para la luz
era un pulpo que era una piedra
era una tela como una pizarra llena de ojos.

Sostenidos por un hilo metáfisico, una clave secreta, un entrepiso barroco, los poemas muestran ahora composiciones más calmas, que han logrado distanciarse de aquellas colisiones violentas que provoca la contradicción alma vs cuerpo. En Lezama la presencia del cuerpo originó un universo antagónico, teniendo como trama la desproporción entre el deseo del cuerpo y las ofertas de la realidad; trama que genera un desencuentro, una fluctuación perversa en la metáfora; relación que describe con nitidez Deleuze en el Pliegue: ''Debo tener un cuerpo porque hay algo oscuro en mí... el espiritu es oscuro, el fondo del espiritu es sombrío, y esa naturaleza sombría es la que explica y exige un cuerpo". Ya en Fragmentos a su iman, sospecho, que Lezama había conseguido erguir su escritura por encima de esa batalla; y el barroco fruto de la contradicción se había transferido hacia el barroco hijo del concepto aspectado por la acción de la temperanza, estos poemas son piezas filosóficas, bellas estructuras donde las metáforas se interrelacionan a través de la magia formadora del lenguaje; diría que ellos, casi en su totalidad, cumplen para la poesía, aquella máxima que Fernando Botero reclamaba para la pintura:

Es necesario un sentido especial en la composición de un cuadro.
Componer no es sinónimo de rellenar.

aglezama2.JPG (29590 bytes)Es en el don de la composición, donde Lezama más que un poeta representa un espiritu, la voluntad del comportamiento adyecto, teniendo una visión particular que todo evento divino es adyecto y amoral.

"Estoy en la primera esquina de la mañana": Escribía en el primer verso del poema Estoy, y era a la mañana que el gordo de Trocadero robaba energías, con el estambre de la mañana iba tejiendo sus travesuras poéticas, definiendo el don de la contemplación, que es una de las cualidades más sobresalientes en Fragmentos a su iman, la cual alcanza un momento cumbre en: Nuevo encuentro con Victor Manuel:

Ligero y grave como la respiración,
nos enseñó en su pintura
que la esencia de los arquetipos platónicos
está en la segregación del caracol:
chupa la tierra y suelta hilo.

Conjugación de lucidez y dialéctica con una alta elaboración de la metáfora, el texto es una prueba más, de su capacidad de desentrañar los eventos que acontecían ante su mirada, develando claves propias de los procesos culturales.

Por otro lado el barroco marítimo de su obra anterior, en Fragmentos a su iman se disuelve en un barroco mas antropológico; una escritura que acepta y canta zonas oscuras del ser, que llega a una relación de intercambio con valores de la escatología. La visión es ya menos doctrinaria; alguna decepción parece estar influyendo en la poética que rige este libro; detrás del escenario poético parece reposar una fe rota, la era imaginaria desligada otra vez de su imaginario: aquel Martí, que entristecía por su onda de grandeza volvía a perder una supuesta encarnación en la realidad, que ya había ganado a través de un relámpago de la historia (el triunfo de la revolución).

El desencuentro es aprendizaje, un hecho que desconstruye cualquier estructura fundada en la teología,coloca al poeta en la pose de un niño violento y sabio,que una vez más emprende el camino:

Aquí llegamos, aquí no veníamos,
fijo la nebulosa,
borro la escritura,
un punto logro y suelto el espiral.

En Fragmentos a su iman se descubre con facilidad que Lezama no era un mallarmeano puro, el tenía extraños puntos de contactos con la historia; a veces también inflaba la superficie de la realidad com la mezcla del mundo de la elite y una actividad escatológica (como habiamos referido anteriormente). En el poema ANTONIO Y CLEOPATRA, se desenvuelve una trama donde predomina un exhibicionismo cultural, mas, paradójicamente la trama se resuelve en un verso de excresión:

Vean la cochinilla caminando la lechuga.

La unidad del ser, debatida entre la naturaleza del sueño, y la naturaleza de la realidad, entre la noche, y la expansión solar, era angustia y reflexión que una y otra vez invadían los versos del quelonio pensante, escondiendo sus huevos incubados en la arena del lenguaje:

Abrir los ojos es romperse por el centro.

Romperse por el centro, es de hecho perder el centro como opción, asistir a la disolución de la gruta teológica, poder ascender a la plenitud lúdica en la aceptación poética del fragmento. Y hasta la noche magnífica que dona transparencia al ejercicio del pensamiento esta compuesta de fragmentos, de imanes misteriosos que animan el aliento prematuro de la ficción:

La noche nos agarra un pie,
nos clava en un árbol.

La relación con los elementos es satifactoria,ellos dan clareza, participan en la constitución de una imagen definidora y convincente; Lezama tiene manía de un presocrático tardío, que danza en la pureza de las sustancias:

La luz es el primer animal visible de lo invisible.

En el poema DOS FAMILIAS, se amplía su ya persistente noción del espacio americano a través de una historia de enredos familiares se desborda la admiración barroca por aquel hijo de negra esclava y arqitecto portugués, que marca la ciudad de OURO PRETO (en Minas Gerais), con sus apariciones y desapariciones,en cima de un mulo de relámpagos nocturnos. Aleijadinho deslumbra y brinca como un artista de circo bajo la anecdota, donde Lezama con profundo respeto le inaugura un homenaje:

Fue al Brasil,
allí donde una nuez es igual que un coco
y las mortinha se baña en una playa.

Allí se casó com una brasileña,
de una familia que había sido protectora del Aleijadinho.

aglezama3.JPG (34038 bytes)Sangre de américano, criollo que degustaba la gravedad de la ceniza de su tabaco, añorando más musculos, capas, recodos para los relatos de un hombre desmesurado, con noción del fuego por causa de la juventud, y de la tierra por su tradición ritual, el hombre américano.

Este hombre américano no deja de procurar una filosofía para su sensualidad; entra en su territorio erótico, un Sade colonizador y viril, petrificado en ente del deseo, detrás de los históricos muros de la Bastilla.

Un Sade, que imagino no estubo muy lejos del joven Lezama, y mucho menos del Lezama maduro, que tenía una mirada ontológica tan amoral como el libertino de las Ciento y Veinte Jornadas de Sodoma: que cantidad del elemento químico SADE, se comprimió dentro de Lezama en el devenir de los años, eso no lo conoceremos nunca con exactitud; su lenguaje prodigioso y barroco supo ocultar desde la maestría, semejante respuesta.Lo que no le interesó a Lezama fue ocultar, en la última face de su poesía los valores de la libertad que encontraron morada en el ideario del Marquez.Un profundo sentido erótico marca algunos de los poemas:

El árbol y el falo
no conocen la resurrección
nacen y decrecen com la medialuna
y el incendio del azufre solar.
Los dos cuerpos ceñidos,
el rabo del canguro
y la serpiente marina
se enredan y crujen en el casquete boreal.

El intercambio erótico como un expresión natural del ciclo de la vida,el falo alcanzando la naturaleza del árbol,recuperando la seducción en la armonía:

Los dos cuerpos desaparecen
en un punto que abre su boca.
Lo húmedo, lo blando,
la esponja infinitamente extensiva.

El erotismo en la experiencia de la soledad tambien tiene un momento protagónico, durante el texto Pañuelo y serpiente:

Empecé a golpear el pañuelo
con la serpiente.
Y se iban desprendiendo ojos,
escamas, anillos que temblaban
como carne de tortuga.

Hay una sintesis,una exaltación del momento erótico de la autocomplacencia; personajes de su prosa, como es el caso específico de Licario, pueden ser el protagonista secreto de la trama que se desenvuelve entre el roce del pañuelo y la serpiente.

El sentido erótico, en Lezama, supera los límites de la seducción sexual para transferirse en una relación de sus sentidos con el mundo:

La universalidad del roce,
del frotamiento , del coito de la lluvia
y sus menudas preguntas sobre la tierra.

Y todo es gozado en una clave , la de la antropología como expresión poética, en un espacio que parece fundado desde la época de aquella fauna anterior a la cultura.

No quería concluir sín mencionar la eficacia del bello poema titulado María Zambrano, pieza maestra, visitación y fiesta donde la pensadora, y mujer extraordinaria es tan real al momento en que uno la descubre en su prosa brillante, entre uno y otro "Claro del bosque": espacio donde Lezama aprendió a colocar su imagen deslumbrante, metáfora dictada por el instinto de un personaje anónimo de la Habana:

Tiene los gatos frígidos
y los gatos térmicos .
Aquellos fantasmas elásticos de Baudelaire
la miran tan despaciosamente
que María temerosa comienza a escribir.

Abrazos de espiritus rizomáticos, y rupturas teológicas marcan este libro, digamos que el se constituyó en una forma del paisaje, tan cubana y simbólica, como la propia muerte de José Martí.

Início desta página
jpmenor.jpg (9998 bytes)